Los “duros” contra los “suaves”; ¿Quiénes ganarán?

No, no le voy a hablar de lucha libre. Se trata de la economía de Estados Unidos. A lo largo de este año hemos visto una divergencia entre información que anticipa una fuerte caída en el crecimiento (incluso una recesión) e información que muestra a una economía muy robusta.
Esta divergencia es uno de los epicentros de la incertidumbre actual en los mercados.
Le explico. Entre la gama de información que se publica, existen los datos denominados como “suaves”, mismos que consisten en indicadores de percepción o expectativas, recopilados a través de encuestas a consumidores, empresarios o inversionistas.
Ejemplos de estos datos son los índices de confianza del consumidor (como el de la Universidad de Michigan), los índices de gerencia y abastecimiento de la industria y el sector de servicios (PMI, ISM), o las encuestas sobre expectativas de inflación.
Estos datos no miden directamente una variable económica tangible, sino el “sentimiento” sobre la economía. Al provenir de encuestas, normalmente están disponibles más con rapidez, por lo que muchas veces se usan como señales anticipadas del rumbo económico.
Existen por su parte indicadores cuantitativos que reflejan de forma directa la actividad económica real. Están basados en cifras concretas y medibles, como el Producto Interno Bruto (PIB), la tasa de desempleo, la producción industrial, las ventas minoristas o los pedidos de bienes duraderos.
A estos se les conoce como datos “duros”. Estos datos se recopilan a través de encuestas oficiales, registros administrativos o censos y suelen tener un rezago en su publicación, ya que requieren tiempo para ser procesados con precisión.
Por ello, aunque son más confiables, pueden reflejar la situación de la economía con mayor precisión, pero con cierto desfase.
La relación entre los datos duros y suaves es clave para interpretar el estado actual y futuro de la economía. Aunque los datos suaves no siempre se traducen en acciones reales (como inversión o contratación), suelen anticipar los movimientos de los datos duros.
Por ejemplo, si los empresarios reportan en una encuesta que esperan mayor demanda en los próximos meses, es probable que aumenten la producción o las contrataciones después, lo que eventualmente se reflejará en los datos duros; sin embargo, esta relación no es perfecta, y por eso los analistas comparan ambos tipos de datos para detectar divergencias: si las percepciones mejoran, pero los datos duros siguen débiles, puede haber incertidumbre o, en su caso, exceso de optimismo.
Desde el inicio del año, y con más énfasis desde el inicio de la administración de Trump, los agentes económicos cayeron en una realidad dura: las amenazas de imposición de tarifas arancelarias de manera arbitraria y elevada a muchos países resultó un hecho, la posible magnitud de dicha medida en los primeros cuatro meses del año era elevada.
Además, la actividad de la agencia de eficiencia del gobierno (DOGE, por sus siglas en inglés) generó mucha inquietud al recortar la asignación de gasto público en muchos rubros, algunos muy sensibles como la salud o la educación.
La combinación de un posible menor crecimiento, de escasez de bienes y de su encarecimiento, generaron un muy mal sentimiento entre los productores y los consumidores.
Las encuestas de percepción se desplomaron en ambos espacios, los participantes en los mercados voltearon a ver con preocupación la posibilidad de un descenso abrupto y doloroso en el ritmo de actividad económica.
Sin embargo, los datos “duros” no han reflejado tal efecto. Al contrario, el crecimiento del PIB en el primer trimestre cayó menos de lo que se esperaba, (-0.3% vs -2.5% esperado); la creación de empleos sigue siendo positiva y por encima de las 120,000 plazas mensuales, el consumo y las ventas de menudeo, no se han derrumbado y se mantienen con crecimientos positivos.
Llegamos al mes de mayo con la aprehensión entre los inversionistas generada por los datos provenientes de encuestas que siguen siendo malos y datos duros que reflejan una economía en una buena situación.
Hacia dónde irán las cosas. Una señal interesante es la que se publicó ayer por parte del Conference Board: La confianza del consumidor se ubicó en los 98.0 puntos, finalizando con una trayectoria de cinco meses a la baja; significativamente por encima tanto de lo observado en abril (85.7 puntos) como de lo anticipado por el consenso del mercado (87.1 puntos).
Al parecer, la posibilidad de acuerdos comerciales y la aprobación de la propuesta de paquete fiscal del presidente Trump, han revertido la mala sensación de los agentes y apuntan a un triunfo de los datos “duros”.
El entusiasmo reciente de las bolsas y la expectativa de que la Reserva Federal tardará en aplicar bajas a las tasas de interés son evidencia de lo anterior.
¿Será sostenible la mejora de las encuestas? ¿o vendrán nuevos episodios de aversión al riesgo provocados por decisiones o propuestas de políticas públicas inesperadas del presidente Trump? Ya veremos.
*Rodolfo Campuzano Meza es director general de INVEX Operadora de Fondos de Inversión.
Eleconomista